La oscuridad en la religiosidad

La oscuridad en la religiosidad

 

Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio. Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. (Juan 3:10-15)

 

Ante la confusión de Nicodemo como líder religioso, Jesús reprende a Nicodemo “porque la ley describía el plan en cuanto a la relación íntima que Dios tenía preparada para con su pueblo cuando se manifestara el Mesías prometido, después de la caída (Gn. 3:15; Is. 62:11)”. Además, Jesús le explica que, si en su posición como líder religioso no puede comprender algo tan elementar, no podrá recibir revelaciones más profundas tocante al reino de Dios, lo cual es señal, de no estar disfrutando de una verdadera reacción con Dios (1 Co. 3:2). Mientras él tenía sus actos religiosos su comprensión espiritual estaba entenebrecida. Jesús le revela la obra salvífica del Mesías (Mt. 1:21), y como este enviado de Dios, seria levantado en una cruz Vv. 14 para salvación a los que miraran a Él con fe, tal como sucedió (Nm. 21).

 Claramente Jesús hace manifiesto que mientras las religiones se ocupan de sus programas y agregar acciones externas llevando al hombre a creer en su justicia para alcanzar la autojustificación, olvida, que solo El Mesías prometido, es suficiente para dar luz, salvación y transformación a la vida del pecador (Ro. 5:18-19), la religión sigue siendo tan insuficiente como lo fue para la mujer samaritana, quien supo que vendría un Mesías, pero no vivía según esta verdad (Jn. 4:22-25).

 

Para que una persona pueda vivir una relación genuina con Dios, necesita la salvación, no afianzarse solo en actos religiosos. Esto no significa que no debemos participar de los medios de gracia o verlos como algo sin valor (Orar, leer las escrituras, congregarnos, servir, etc.), mediante estos tenemos una mayor comprensión e intimidad con Dios (Jn. 14:21), pero nada de esto, puede sustituir la primacía de Cristo y la obra de su Espíritu en la viva de una persona para salvación. El creyente no debe sustituir su vida íntima con El Señor, por las acciones religiosas, aún, el servicio carece de valor y frutos, sino procuramos ser alimentados y fortalecidos primeros por nuestro Señor Jesucristo (Jn. 15:5), debemos ser fieles a su Palabra y sensibles a su dirección Espiritual, de esta manera, mantendremos actualizados nuestros corazones en cuanto a la voluntad de Dios y, las cosas que Él, ha establecido para el hombre, especialmente lo relacionado a la salvación del alma (Hch. 2:38)

 

Hermanos, que triste se torna la vida, cuando se expresan palabras de amor a Dios, pero el corazón carece de una verdadera relación, cuando oramos, servimos y actuamos en pos de Dios, sin sentir su presencia. No permita que la religiosidad opaque los propósitos del evangelio para tu vida. Amigo, ni las obras en nombre de Dios ni actos aparentemente espirituales, lograrán darte la transformación que necesitas, sino la fe en Cristo (Hch. 2:38). Hoy puedes recibir su luz, si le entregas tu corazón a Él. Dios te bendiga

 

Acompáñanos a leer la Biblia en un año: Lucas 2-4

 

 

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