El silencio de Jesus ante su espantoso sufrimiento

Así que, entonces tomó Pilato a Jesús, y le azotó. Y los soldados entretejieron una corona de espinas, y la pusieron sobre su cabeza, y le vistieron con un manto de púrpura; y le decían: ¡Salve, Rey de los judíos! y le daban de bofetadas. Entonces Pilato salió otra vez, y les dijo: Mirad, os lo traigo fuera, para que entendáis que ningún delito hallo en él. Y salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: ¡He aquí el hombre! Cuando le vieron los principales sacerdotes y los alguaciles, dieron voces, diciendo: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! Pilato les dijo: Tomadle vosotros, y crucificadle; porque yo no hallo delito en él. Los judíos le respondieron: Nosotros tenemos una ley, y según nuestra ley debe morir, porque se hizo a sí mismo Hijo de Dios. Cuando Pilato oyó decir esto, tuvo más miedo (Jn. 19:1-8) 


Este Pilato ciertamente tenía la intención de liberar a Jesús, no veía ninguna razón justificable para condenarlo, sin embargo, quedándose sin opciones, lo azota para congraciarse con ellos, “conociendo la brutalidad de la flagelación, y los propósitos de debilitar a la víctima, pudiera ser que Pilatos tratara de que ellos se compadecieran al ver a Jesús en un estado tan delicado. lo viste con ropas delicadas o de la realeza, coronándolo con espinas, primero los judíos se habían burlado de Cristo ante Caifás golpeándole (Mt. 26:67-68), ahora también los soldados quieren hacer una parodia de Cristo, golpeándolo, e incluso haciendo reverencias despectivas hacia el (Mt. 27:29), con la intención de humillarlo delante de todos, incluso a los judíos subyugados al imperio. Todo esto, genera cierto placer a los judíos, que desean ver a Cristo destruido.  


Toda esta trama, hace pensar a Pilato, que los judíos habrían tenido suficiente con todo este cruel espectáculo. Así que, sale y vuelve a reconocer la inocencia de Cristo (18:38), algo que los judíos, seguían resistiendo tajantemente. Unas cinco veces uniendo los relatos de Lucas y Juan, Pilatos intenta liberar a Jesús (Lc. 23:4, 15, 20, 22; Jn. 4, 12-13), pero cada uno de ellos fue frustrado por la precisión de los fariseos y su instigación al pueblo. Aun viéndole ensangrentado y golpeado, gritan y hacen al pueblo gritar, crucifíquenlo. Pilato le da la autoridad de que lo crucificaran, consciente de su inocencia, pero ellos siguen pensando más en la festividad que en la aplicación de la ley para con un conciudadano judío. O simplemente, conscientes de su maldad, no querían aumentar su vileza como hicieron ante la carga de conciencia de Judas (Mt. 27:3-8). Un terrible sentimiento se apodera de Pilato cuando ellos declaran que, su mayor problema con Cristo era haberse hecho hijo de Dios. La superstición de Pilato se despertó, porque si fuera cierto, hubiera consecuencias por haberlo azotado de la manera que lo hizo y por las razones.  


La flagelación de Cristo, en respuesta a la voluntad del Padre (Jn. 5:30), ha de ayudarnos a visualizar el compromiso que debemos modelar con la voluntad de Dios, pero no solamente la disposición de padecer por Cristo, como Pedro nos aconseja (1 P. 2:19-23, 3:17), estar dispuestos a padecer injustamente si así Dios lo ha establecido. Nosotros en la actualidad, tenemos una tremenda necesidad de defendernos especialmente, cuando sabemos que tenemos razón, pero, es Dios mismo quien nos aconseja dejarle obrar, en escenarios como estos (Ro. 12:19). Al igual que Cristo, nosotros aprendemos cosas cuando guardamos silencio y dejamos que Dios obre, Pablo nos dice que Cristo aprendió la humillación al humanarse y permitir la muerte (Fil. 2:8). La humildad, la paciencia, misericordia, mejoría en nuestro carácter, amor y otros frutos espirituales o de carácter son los que Dios puede forjar, mientras abrazamos el sufrimiento para crecer en la imagen de Cristo.   


Otras veces, seremos llamados a ir más allá, a mantener una fortaleza de carácter, ante las diversidades que se nos presentan, aquí esta Jesús, entregándose voluntariamente, recibiendo los azotes, las injurias, las criticas las burlas y demás, con un temple, que dejaría anonadado a cualquier, tal como lo hizo con Pilato. Estamos llamados a crecer y madurar siendo ejemplo a los que nos rodena, sin importar lo grande de sus pecados (Fil. 2:15), y una manera de hacerlo es, poniendo una buena actitud ante el sufrimiento que experimentamos. Debemos forjar un carácter maduro y firme espiritualmente, para que las críticas, el menosprecio y otros males que experimentaremos en este mundo pecador, no nos desmoronen, lo que siempre debemos hacer en la adversidad es orar, para que, su fortaleza nos fortalezca, volviéndose nuestro refugio (Fil. 4:6-7). 


Hermanos, Cristo es nuestro modelo a seguir, nos solo en el aspecto se disposición y compromiso de obedecer, de predicar o ser luz a donde quiera que iba, también, debemos estar dispuestos a padecer por Cristo, entendiendo que, si nos encontráramos ante una situación que pudiera generar la muerte, el morir es ganancia (Fil. 1:21). Amigo, si la preocupación por la aceptación de los demás, miedo a la persecución u otros males que se están levantado rápidamente en las sociedades, donde vemos un rechazo más marcado contra la verdad y quienes la viven. Estos encuentran ahora la razón en sus emociones y rechazan toda realidad espiritual o fisiológica, nuestro llamado hoy para ti es, recuerdes que Cristo padeció el rechazo por ti, y en su sacrificio puedes ser salvado (2 Co. 5:21). Dios te bendiga. 


Acompáñanos a leer la Biblia en un año: Números 5-7 


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