El ministerio conciliador de la predicación

El ministerio conciliador de la predicación

 

Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz. (Juan 1:6-8)

 

 

El apóstol Juan aquí nos habla acerca del ministerio que precedió la manifestación de Cristo, la luz del mundo. Este ministerio fue encomendado a, Juan el Bautista. Un hombre con un compromiso y consagración muy notorios en su epoca (Mr. 1:6-7).

 

 

Esto hizo que su mensaje fuera aceptado aún por muchos de los religiosos de su época, quienes ponían su fe en El Mesías. Su compromiso fue el de predicar acerca del mensaje de salvación que Israel estuvo esperando por tanto tiempo y en quien serian bendecidas todas las familias de la tierra (Gn. 12:1-3).

 

 

Por eso, señala que, él no era la luz, sino quien anunciaba fielmente la manifestación de su ministerio y, hace más adelante énfasis en la eternidad y obra del Mesías. Su mensaje era claro, deberían arrepentirse y convertirse, porque la promesa del salvador, ya estaba en curso y serian iluminados aquellos que lo recibieran por fe y arrepentimiento (Mt. 3:1-2).

 

Debemos dar siempre gloria a Dios por la predicacion del evangelio. Dentro de las enseñanzas que obtenemos de estos versículos, consideremos tres aspectos interconectados, que nos llevaran a cumplir fielmente con la labor de evangelizar que Dios nos ha encomendado:

 

1. Debemos reconocer nuestra necesidad del evangelio de Dios para iluminar nuestras vidas y aparatarnos del pecado (2 Ti. 3:16-17). Ahora que hemos sido reconciliados, le pertenecemos a Él y debemos batallar cada día contra el pecado, asidos de Cristo (Ro. 6:12-14).

 

2. Así como la vida y testimonio de aquellos hermanos que nos han precedido en la historia de la redención, hemos sido transformados para mostrar con nuestras vidas la grandeza de la salvación de Dios (1 Jn. 2:6). Mostrar que, el amor de Cristo que ha sido derramado en nosotros y que su obra nos guía, para edificar a quienes nos rodean (Ro. 5:8; Mt. 5:14-16).

 

3. La reconciliación asigna privilegios, pero también, responsabilidades. Tenemos el compromiso de anunciar el evangelio. Luego de experimentar la salvación. La predicación debe formar parte integral de nuestras vidas, este es el propósito de la Iglesia (Hch. 1:8), anunciar a los perdimos la seguridad y esperanza que, no se encuentra no en la religión ni en las obras morales, solo en la persona de Jesús (Jn. 14:6), quien perdona, salva y restaura. 

 

Hermanos, tenemos en nuestras manos, el glorioso privilegio de predicar el evangelio de nuestro Señor Jesucristo, hoy en día existen diferentes medios de difusión y recursos para compartir esta gran y necesaria verdad, sin importar los obstáculos que se presenten, debemos tener coraje y exponer el mensaje a quienes nos rodean entendiendo las consecuencias eternas de quienes no reciben la salvación. 

 

Amigo, si estas leyendo este mensaje, Dios quiere obrar en tu vida, mediante su Espíritu, desea iluminar tu corazón y perdonar todos tus pecados (Hch. 17:30), aún estas a tiempo, pide a Dios que te perdone, agradece la oportunidad de redención que, en su amor, Él, hoy te ofrece y el evangelio será efectivo en tu vida. Dios te bendiga

 

Acompáñanos a leer la Biblia en un año: Mateo 4-6


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