La proclamación del evangelio de Jesucristo 

La proclamación del evangelio de Jesucristo 

 

Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él dio testimonio de la verdad. Pero yo no recibo testimonio de hombre alguno; más digo esto, para que vosotros seáis salvos. Él era antorcha que ardía y alumbraba; y vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz. Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan. (Jn. 5:33-36a)

 

En su respuesta ante la incredulidad de los lideres religiosos, podemos identificar a Cristo, resaltando aún más, las actitudes religiosas que les impedían acercarse verdaderamente a Dios. Le faltaba buscarle de corazón (Je. 29:13), Los lideres intentaron acorralar a Juan, pero Él les explico que era la voz de uno mayor que El, que vendría a reinar sobre su pueblo (1:23, 31), ellos finalmente aceptan su mensaje, porque vieron el Juan la como el ultimo profeta (Mt. 21:26), Irónicamente este mensajero fue recibido con alegría, pero solo en algunas partes de su mensaje, que les permitiera seguir con sus prácticas, ya que, este mismo juan, sin Jesús necesitarlo, lo presento como Mesías y enviado de Dios que se resistían a reconocer.

 

Jesús no necesito el testimonio de Juan, le bastaba con el testimonio del Padre, pero si enfatiza, dando ahora testimonio de Juan, que, él era la antorcha encendida por Dios, para que iluminara y trajera a los hombres al conocimiento de la verdad. (Mt. 5:16) Él era esta luz que como antorcha iluminaba la vida de aquellos sumergidos en la oscuridad. Su ministerio se enfocó en la manifestación inminente de Cristo, exponer su mensaje, señalar la hipocresía de los fariseos y el arrepentimiento que deberían desarrollar si querían caminar junto a Él (Mt. 3:1-2, 7). Las señales del bautismo y su mensaje del Mesías inminente no les demandaba cambio, y el arrepentimiento ellos pudieran manejarlo con apariencias. Se enfocaron en Juan no entendieron que El propósito era guiarlos a Cristo, quien manifestaría toda la voluntad de Dios, y este testimonio era mucho mayor que el de Juan. 

 

Nosotros hemos sido comisionados para llevar el mensaje de Cristo a las naciones (Mt. 28:18-20, Hch. 1:8), este mensaje no puede ser segregado para alcanzar masas o para hacer más adecuado el mensaje a las personas, también, debemos cuidarnos de atraer la atención hacia nosotros mismos, lo que debemos presentar es, el poderoso evangelio de la salvación (Ro. 1:16), inmediatamente este mensaje sea profesado por alguna persona, debemos llevarlo a las escrituras, donde se encuentra la vida y propósitos de Dios para con nosotros (Jn. 5:39), no solo para que conozcan sino para que, adecuen sus vidas a obedecer a Dios como Él ha establecido, y no como algún sistema religioso enseña (Jn. 14:21, 23). 

 

Cuando realizamos este medio de predicación, nosotros mismos somos exaltados por Dios como buenos siervos (Mt. 25:21). Ahora, hemos de entender que nuestro compromiso como mensajeros de Cristo, implican que nuestras palabras, acciones, propiedades, hogar y cada aspecto de nuestra vida refleje la obra de Dios en medio nuestro (1 Ti. 4:12). Aquel que proclama el mensaje de Cristo, debe haber sido primero impactado por El y estar obedeciéndolo. Esto fue precisamente lo que los discípulos de Juan en un momento no entendieron (Jn. 3:26) sintieron celos, a pesar de ver a las personas venir a los pies de Cristo. La iglesia necesita salir hablar de su salvador, pero también vivir el mensaje que proclama para mostrar así, la grandeza y poder de Dios en su propia vida (1 Co. 9.27). 


Hermanos, predicar a Cristo, está cambiando de ser la gran comisión a ser la gran omisión. Tenemos más facilidades, la mayoría de nosotros no padece persecución, contamos con mayores recursos, pero, aun así, una gran parte del pueblo de Dios duerme silente. Dios nos ha dado el testimonio verdadero de que desea salvar al hombre (1 Ti. 2:4), si apresamos esa verdad y omitimos el trabajo tendremos que dar cuenta (2 Co. 5:10), pero al hacerlo por gratitud, tendremos inmerecidas recompensas (1 Co. 15:58). Amigo, si estas leyendo estas palabras y sabes que aun tu vida no está a cuenta con Dios, hoy queremos animarte en el nombre del Señor, reconcíliate con El (2 Co. 5:20), ora por misericordia, ora por salvación e iluminación, ora para que antes que sea tarde, experimentes el poder de Dios en tu vida, ora por perdón y/o restauración, solo Dios tiene el poder de operar en ti (He. 4:12). Dios te bendiga.

 

Acompáñanos a leer la Biblia en un año: Hch.  22-24

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