La invitación de Cristo amarle a Él, y hacer su voluntad

Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que estos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos. Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; más cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras. Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios… (Jn. 21:15-19b

 

Dios espera que le amemos en respuesta al amor que Él nos ha manifestado en su hijo (3:16), aquí vemos aprender a Pedro que, cuando se trata de responder al amor de Dios, implica una verdadera comprensión de entrega y abnegación. Jesús rompe el silencio que inquietaba a todos (Vv. 12), y se dirige directamente aquel que, como líder de grupo, había sugerido salir aventurarse a la pesca (Vv. 3), el mismo que, había prometido ir a la tumba junto a Él (13:36-37), cuando tuvo que mostrarlo y sufrió amargamente (Mt. 26:75). Ahora este hombre golpeado, después que hubo comido, Jesús quiso restaurar su corazón. La pregunta apunta tanto a los discípulos como a las cosas “de pesca” que estaban en el lugar y lo habían sacado de donde debería esperar. Esta pudiera ser una manera de recordarle que, no se puede servir a dos señores (Lc. 16:13). Mientras Jesús pregunta si le ama con amor sacrificial (1 Co. 13:4-8), Pedro responde con amor de amistad o cariño, Jesús es comprensivo y menciona que lo muestre, alimentando a su necesitado rebaño o pueblo.  

 

Jesús hace la misma pregunta tratando de guiar a pedro a una respuesta de entrega total, y responde con la misma expresión de agrado, ahora Jesús incluye una palabra que no solo es cuidar o alimentar, sino de supervisar las ovejas (Hch. 20:28). Jesús finalmente toma la misma frase de Pedro de si tiene un verdadero cariño hacia Él, entonces Pedro se muestra vulnerable y acepta que, ante la presencia del Señor, realmente sabía que le amaba. Luego de Jesús afirmar el liderazgo de Pedro, quiere darle un poco de perspectiva, recordándole que, aunque en su juventud, podía decidir donde moverse, luego otros tendrán que ayudarle a desplazarse. También señalaría la muerte por crucifixión de Pedro luego de unos treinta años de servicio comprometido al Señor. había fracaso en entender sus limitaciones para amar a Dios, hasta que, consciente de su declaración, diferente a las otras veces, sostendría esta declaración hasta el final de su vida, mostrando un amor como Jesús definió en su ministerio, aquel que hacía que El y El Padre se manifestasen en los fieles (14:21, 23).

 

Una realidad que se hace evidente en estos versos, es que, amar a Dios, involucra una abnegación verdadera, quienes se conformen con un amor superficial a Dios, que no les cueste, solo se están engañando así mimos (Lc. 9:62). El amor verdadero siempre ha sido una característica inherente en aquellos a quienes Dios salva, lo vemos desde el principio con su pueblo, en lo que se llegó a conocer como “El gran Shemá” que involucra una expresión a Dios que implica todo el ser, procurando llevar a cabo con todo esmero su voluntad. (Dt. 6:5, 10:12-113). Algo que Cristo afirmaría en el N. T. (Mt. 22:37). Amar a Dios, debe ser una expresión continente y dispuesta a llevar su fidelidad al Señor a las últimas consecuencias. Este tipo de amor, fue el que hizo que la historia de la iglesia fuera rociada con la sangre de mártires, quienes prefirieron la muerte, antes que negar a Jesús. Este tipo de amor, no solo se expresa, no se escribe ni se declama, sino que, se vive. Con un compromiso contundente con su Palabra y voluntad para con nuestras vidas.  

 

Hermanos, esta lectura ha de ayudarnos a evaluar, si realmente, nosotros estamos amando a Dios, no de palabras ni de lengua, sino de hecho y en verdad como señala Juan más adelante (1 Jn. 3:18). Los discípulos entendieron que su amor a Dios debería ser especial, y la mejor forma de hacerlo era, obedeciendo al Señor (14:15). Esta obediencia tiene varias connotaciones, 1. Una disposición se seguir su voluntad expresada en su palabra, 2. Una disposición de cumplir con el ministerio o propósito que te ha asignado, 3. Un compromiso con llevar las buenas nuevas de salvación a otros, para que también, ellos puedan experimentar el amor de Dios y llevar su mensaje al mundo (2 Ti. 2:2). Amigo, la manera más directa en que puedes mostrar a Dios tu amor, no es a través de post por las redes, ni de actividades religiosas, o ciertas acciones morales. Dios desea salvar tu corazón, para capacitarte a entregar un amor espiritual (Ro. 5:5), El, ya ha dado a su hijo, a pesar de tus debilidades para salvarte (Ro. 5:8), ahora, tienes que responder con fe, para que la justicia de Dios se haga manifiesta en tu vida (Ro. 10:9-10). Recibe hoy a Cristo como tu salvador. Dios te bendiga.  

 

Acompáñanos a leer la Biblia en un año: Deuteronomio 13-15 

 

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