Jesús comisiona a los suyos amar como Él, los amo

Jesús Comisiona a los suyos, amar como Él los amo 

Entonces, cuando hubo salido, dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo, y en seguida le glorificará. Hijitos, aún estaré con vosotros un poco. Me buscaréis; pero como dije a los judíos, así os digo ahora a vosotros: A donde yo voy, vosotros no podéis ir. Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros. (Jn. 13:31-35


Una vez que Judas se fue, comenzó oficialmente la cuenta regresiva para la crucifixión, la glorificación apunta a la victoria final de Jesús sobre la muerte espiritual, sobre la consecuencia del pecado, sobre la perdición y la reconciliación final entre Dios y el hombre entre otras cosas. Él estaba seguro que en su humillación y muerte, el hombre encontraría una verdadera comunión y relación con El Padre (14:6, Col. 2:14-15). Su obra, acabaría con el dominio de satanás y apartaría las garras de la muerte que operaba indistintamente por el pecado (He. 2:14), todo esto no solo a que Dios seria glorificado al El ofrecer su cuerpo en sacrificio vivo por el pecado, sino, porque Dios lo acepto y le dio un nombre que es sobre todo nombre, en el cual, toda rodilla ha de doblegarse algún día (Fil. 2:9, Ap. 20:12). Entre muchas otras cosas, Esto habilitaría a los que creen a poder vivir en comunión y hacer la voluntad del Padre.  


Por esta obra de cumplimiento mesiánico, Jesús no solo anuncia la victoria de su pasión, sino que, les comisiona a que desarrollen un amor profundo entre ellos, que evidencie la comprensión y manifestación del gran amor que ellos entendían haber recibido de Dios, no mostrar este amor comprometido por los hermanos, seria manifestar un amor falso hacia Dios, tal como Juan escribió (1 Jn. 4:20-21). El, tenía certeza de su amor para con El padre, pero sabía que las relaciones humanas pueden experimentar dificultades, por eso, y como testimonio público para quienes recibieran su edificación los anima amarse mutuamente, por eso señala, la frescura en este mandamiento, puesto que, no se trata solo de amar a otros como a nosotros mismos (Mt. 22:39). Ellos deberían manifestar un amor, de entrega, como Cristo les había manifestado que Dios nos muestra cada día (Lm. 3:22-23).  


Actualmente muchas personas han adoptado un sin número de artefactos para manifestar una relación con Dios, un tipo de vestimenta, utensilios religiosos, ciertas acciones en pos de los demás, etc. Estas no son cosas negativas en sí, pero la marca principal del cristianismo, no está en acciones externas, sino, en un corazón regenerado por la obra de Dios (Mt. 5:8), El énfasis nunca ha sido la parte externa, precisamente por los altos precedentes que, se nos muestran en la Biblia y la historia de personas que, parecían piadosas, pero por dentro eran algo completamente diferente, tal cual, sucede con este mismo Judas. Se puede llegar a producir una adoración superficial (Mt. 15:8-9), a menos que estemos comprometidos con la obra de Dios y un compromiso con cultivar un amor profundo con la familia de la fe (Ef. 2:18-19).  


No quiero restarles valor a los actos externos de piedad, congregarse, el servicio, la música, la vestimenta, etc. Todo esto forma parte de la nueva vida que debemos manifestar en Cristo. Sin embargo, no es el centro principal, no sea que, cayendo en el error de aquel joven rico (Mr. 10:17-22), quien vivió una vida de actividades y apariencia, pero nunca se había comprometido realmente con Dios y sus propósitos. Amar a los hermanos, es posible, cuando se recibe el amor de Dios primeramente y este abunda en nosotros (Ro. 5:5). Esto nos lleva a ofrecer un amor, sacrificial y desinteresado por aquellos a quienes Cristo salvo, este es el amor a que se nos manda en las escrituras (Ef. 5:2, 1 Co. 13:4-7). Esta es la marca principal que Dios estableció para que seamos identificados como sus hijos. 


Hermanos, nosotros somos conscientes de que, las relaciones interpersonales presentan un reto, no siempre son como deseáramos que fueran, hay creyentes con cualidades admirables, otros simplemente son débiles en la fe, pero al igual que nuestro Dios, tenemos que cuidarnos de hacer acepción de personas (Ro. 2:11), debemos procurar mantener firme nuestro amor a Dios, para poder amar asi a otros creyentes. Este amor implica disculparse, tolerar, cuidar y sentir afecto por otros creyentes aun cuando estos, no tienen la misma madurez, mientras tengan el mismo propósito debemos considerarnos para estimularnos mutuamente (He. 10:24). Amigo, tal como hemos señalado, amar de esta manera es difícil a menos que, El amor de Dios halle cabida en tu vida. Para que esto suceda, necesitas reconocer el pecado en tu vida (Sal. 51:5, Ro. 5:12), debes entender lo desagradable que es ante Dios y las consecuencias para poder arrepentirse y encontrar el perdón que Jesús ofrece, de esta manera experimentarás el verdadero amor y estarás listo para compartirlo con otros. Dios te bendiga. 


Acompáñanos a leer la Biblia en un año: Levítico 4-6 


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