La luz del Espíritu Santo a los perdidos
Esto no os lo dije al principio, porque yo estaba con vosotros. Pero ahora voy al que me envió; y ninguno de vosotros me pregunta: ¿A dónde vas? Antes, porque os he dicho estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón. Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; más si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado. (Jn. 16:4b-11)
Aquí vemos a Jesús realizar un mini reclamo para los discípulos, a pesar del amor que Él sabía que ellos sentían para con El, ellos no se preocuparon realmente en preguntarle a donde se iba o que sería de Él, tanto Pedro como Tomas (13:36, 14:5), solo están preocupados por la ausencia de Cristo, no comprendían ni la obra que El Mesías debería realizar (Is. 53), ni que sería de Él. Pero Jesús entendía su tristeza por eso no les llama la atención, sino que, los animo a ver su parida como un paso indispensable para su crecimiento y para tener una relación más íntima y espiritual con El Padre. Mediante la presencia del Espíritu Santo, aquel que mora y permanecería ahora para siempre con los redimidos por la sangre del cordero (Ef. 1:13-14).
Aquel día luego de la consumación de la obra de Cristo en la Cruz, ellos serian llenos del Poder del Espíritu Santo, como vemos (Hch. 2:1-6), comenzando con la señal de poder compartir el evangelio en otras lenguas. Pero Jesús señala que, El Espíritu Santo se manifestaría y haría que el hombre pecador entendiera que está muerto en su pecado (Ef. 2:1), y la razón por la que será juzgado si abraza el pecado siendo incrédulo (3:18). El también haría ver su necesidad de la justicia de Cristo para la salvación de sus almas, entendiendo la santidad de Dios y el pago del pecado que ningún hombre puede pagar pos sí mismo. Ya que solo Él fue exaltado victorioso ante El padre quien recibió su sacrificio (Fil. 2:9), otro accionar del Espíritu seria hacerles ver a los pecadores que el mundo ya había sido juzgado por Cristo y solo aquellos redimidos escaparían de su red (1 Jn. 5:19).
En ocasiones nosotros como creyentes comprendemos que El Espíritu Santo se manifiesta en sus hijos y afirma esa relación que hemos recibido con El por la fe (Ro. 8:16), pero en ocasiones tendemos a olvidar que Dios, usa nuestras vidas en plenitud con El, para utilizarnos para que seamos luz a los demás (Mt. 5:16), nosotros somos aquellos instrumentos que Dios desea utilizar para manifestarse en medio de su pueblo y de los perdidos, al momento en que entregamos nuestras vidas a Cristo, hemos recibido al menos un don, una capacidad especial y singular (1 Co. 12:11) que hará que le obedezcamos, pero también, que seamos de testimonio al mundo que nos rodea, así que, cuando llevamos el mensaje de la salvación a otros, estamos exponiendo al mundo perdido y atado a su pecado (8:34) Aquel que puede liberarlos completamente de las ataduras del pecado y la condenación (2 Co. 3:16).
Es mediante la obra del Espíritu Santo, que nosotros recibimos la dirección, el consuelo, la fortaleza y dirección que necesitamos en nuestras vidas como cristianos, esta comunión debemos usarlas para edificar la vida de otros creyentes (2 Co. 1:3-4), pero también, exponiendo al mundo nuestra comunión mientras ellos siguen su vida de pecado (Fil. 2:15). El creyente no está llamado únicamente a vivir apartado, disfrutando egoístamente su comunión con Dios, sino que, también estamos llamados a ser de bendición para los demás (Mt. 7:20). Dios desea manifestarse en medio de los perdidos, y sus hijos son el canal por excelencia para este propósito. Por tanto, dispongamos nuestros dones al servicio del Señor y comprometámonos con mantener nuestra comunión activa con El, comprendiendo que, separados de Él, no podremos dar los frutos que hemos sido capacitados para dar (15:5).
Hermanos, Dios nos ha hecho una promesa, esta contempla tener una estrecha comunión con nosotros, que satisfará nuestras almas, pero también, tiene la intención de que seamos instrumentos de bendición para los demás (2 Co. 9:8). Procuremos cada día mantener una buena comunión con nuestro Padre, y ser medios de bendición para aquellos que necesitan ver la luz de esperanza que Cristo ha habilitado en nosotros. Amigos, ciertamente Dios utiliza diferentes medios para ministrar tu vida, aun la misma creación es una firma de su existencia y amor por su creación (Sal. 19:1), por tanto, te animamos a darte la oportunidad de buscar el perdón de pecados y la relación con Dios que afectara positivamente tu vida y tu alma. Ven a Cristo y reconócelo como Señor de tu vida, para que conectes con aquel que te ha creado con propósitos y amado eternamente (Je. 31:3). Dios te bendiga.
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