La vida de comunión con El Padre
Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo? Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió. Os he dicho estas cosas estando con vosotros. Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. (Jn. 14:22-27)
Antes las declaraciones de Jesús sobre la manifestación que tendría para con los suyos que caminaran en obediencia, Judas hizo una acertada pregunta, sobre la revelación o manifestación que Jesús acaba de prometer. Ciertamente el mundo vería su gloria (Mt. 24:30), pero ahora, habla de una manifestación e intimidad única con los suyos. Que no tiene que ver con su reino terrenal sino espiritual en el corazón. Jesús enfatiza la respuesta expresando nuevamente que la obediencia seria vital para dicha revelación, porque son una manifestación de amor a Dios (Vv. 15) no se trata de actividades místicas, estáticas o meramente emocionales, sino, una vida real que se experimenta con el compromiso de obedecer a Dios con la asistencia del Espiritu Santo. La vida en comunión entonces, es aquella que, se vive rendido a la dirección divina entendiendo que beneficiosa para nosotros (Ro. 12:2c, Stgo. 1:17).
Cuando una persona no se entrega a la dirección de Dios, esta evidenciando radicalmente que no le ama. Esto le impediría claramente no recibir El Espiritu Santo, por su falta de rendición al Señor, por otro lado, El Señor por la obra de Cristo, recibirá la compañía continua del Espiritu Santo (Ef. 1:13-14). El seria su maestro, su fortaleza en las debilidades, quien les arrojaría paz en las dificultades, y valor para seguir adelante en un momento de debilidad o cuando se requiera fe, para ir mas alla. Estas cosas se harían evidente en ellos, por la nueva comunión que habrían de recibir con la compañía de Dios (Fil. 4:13). Ellos deberían entender que, a pesar de la realidad de sus debilidades, su compromiso con la obediencia, y la comunión espiritual con El Padre. Hara que la vida del creyente viva plenamente en la gracia del Señor.
El Espiritu Santo, será siempre el medio que Dios utiliza para manifestarse en la vida de sus hijos, este mismo Espiritu hara que nuestras vidas glorifiquen a Dios (16:14). Y que encontremos plenitud en la obra del Señor y nuestro caminar diario sea grato para con Dios y con los que nos rodean. Esta guía sobrenatural, es la que capacita al creyente para que pueda ser luz en medio de una generación perversa (Fil. 2:15). Cuando hablamos de ser sal y luz como señala (Mt. 5:14-16), este enfasis no es algo que se logra con nuestras habilidades o medios, sino, por medio de la fortaleza y dirección que El Señor nos ofrece por medio de la comunión con Dios. Esta obra que desarrollamos acercándonos a los medios de gracia continuamente y recibiendo la fortaleza que El desea operar en cada uno de nosotros.
Toda esta obra de gracia, no consiste en algo que ganamos, sino que se nos otorga, y este favor, es maravilloso, puesto que, en las diferentes cuestiones de la vida, nosotros, podemos alcanzar dirección, podemos alcanzar libertad de ciertas debilidades que vienen a nuestras vidas, podemos superar tiempos de necesidad, angustia, enfermedades, etc. Nosotros logramos ver a Dios en estos y todos los aspectos de nuestras vidas, cuando vivimos rendidos a la presencia del Señor (2 Cr. 714; He. 4:16). Nosotros debemos ser concientes de que significa vivir la vida en comunión, se trata de que dediquemos tiempo continuo a la oración (1 Tes. 5:17), exponernos a las escrituras continuamente (5:39), congregarnos regularmente (He. 10:25), servir al Señor fiel y regularmente (Ef. 2:10), etc. Esto nos asegurara la comunión que afectara positivamente cada aspecto de nuestras vidas.
Hermanos, cuando hablamos de tener comunión con Dios, hablamos de algo más que, simplemente asistir a la iglesia. si queremos caminar con Dios, debe haber un verdadero compromiso con obedecer la Palabra de Dios y disfrutar una relación espiritual con nuestro Dios y salvador (4:22-24). Se trata de una abundancia espiritual y un compromiso con obedecer aquel que nos redimió. Amigo, estas verdades de comunión con Dios, no descansan en sentimientos personales, ideas o presuposiciones religiosas, sino obedeces la voluntad de Dios, no puedes tener comunión con Dios, y no podrás obedecer a menos, que recibas la gracia para comprometerte con la voluntad de Dios (Fil. 2:13)
Acompáñanos a leer la Biblia en un año: Levítico 22-24
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