La empatía de Jesús ante el sufrimiento

La empatía de Jesús ante el sufrimiento


Habiendo dicho esto, fue y llamó a María su hermana, diciéndole en secreto: El Maestro está aquí y te llama. Ella, cuando lo oyó, se levantó de prisa y vino a él. Jesús todavía no había entrado en la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta le había encontrado. Entonces los judíos que estaban en casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se había levantado de prisa y había salido, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar allí. María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano. Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. Jesús lloró. Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba. Y algunos de ellos dijeron: ¿No podía este, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera? (Jn. 11:28-37)


Marta un poco más animada va y llama a su hermana, las personas llegaban apoyar a los parientes que perdían un familiar hasta un mes, especialmente la primera semana era un apoyo muy cercano, por esto, cuando ven a María, que sale corriendo para ver a Jesús, pensando que iría a llorar, van acompañarla en su duelo. Aunque ella solo quería tener un tiempo personal con Cristo, pero esto no evito que los demás la siguieran, ellos entendían lo importante de apoyar alguien en su dolor (Vv. 19b, Ro. 12:15b). María llega a Jesús, le reconoce como Señor y expresa la misma fe y tristeza por la llegada tardía “a sus ojos de Cristo


En este momento, Jesús pudo intentar hacerla reflexionar sobre la muerte de su hermano, como hizo con María, darle esperanza y hacerle pensar en su poder, pero al verla angustiada y afligida, aun cuatro días después, miro a su alrededor, y vio a todos los demás, familiares y ciudadanos, no solo tristes en sus corazones, sino, igualmente sintiendo la perdida de estas hermanas, Y aquí Jesús, a pesar de que, tiene la certeza de iba a resucitar a Lázaro, a pesar de que, tiene palabras para darles y animarles, Jesús se entristece en su corazón, no hay forma de explicar cuáles fueron todos los sentimientos que experimento, pero sin duda, uno de ellos, fue, ver las consecuencias horribles que el hombre experimentaba por el pecado. Su llanto no es desconsolado, sino uno de empatía, ante el dolor de los demás. Aquí no solo se limita hacer el milagro, sino que al igual que (Mr. 8:1-2), muestra compasión y empatía ante. Esto termino en críticas, puesto que, las personas en su dolor, expresaron palabras incrédulas contra El, aludiendo al hecho de que, ¿si realmente le amaba y era Dios, porque no actuó y le ayudo?


Dios ha mostrado de diferentes maneras que se identifica con nuestros problemas, desde el principio cuando los primeros seres humanos cayeron, ofrece un indulto en la persona de Cristo (Gn. 3:15), a lo largo de la historia muestra son bondad y amor para con todos, manteniendo su pacto a pesar del pecado y la inclinación del hombre hacia el mal (Gn. 6:5), en un destello de exaltación ante esta verdad expresa Jeremías (Lm. 3:22-23) que sus favores son eternos y frescos cada día a nuestro favor. Finalmente, la muestra más gloriosa y elevada muestra de amor se cumple en la persona de Cristo. Después de este momento, Dios nos ha otorgado todo el consuelo que nosotros podamos experimentar obrando directamente en nuestras vidas mediante la obra del Espíritu Santo (14:16), No por nada Pablo le llama (2 Co. 1:3) Padre de misericordia y toda consolación. Estas son las cosas que experimentamos cada día en El.


El salmista que vivió una vida donde tuvo que mostrar mucha fe, reiterativamente señalaba que, a pesar de su poder social, su socorro venia solamente de Dios (Sal. 121:2). Pablo no solo señala que Dios nos consuela, sino que, su propósito es que nosotros tengamos conciencia de su obra y seamos capacitados para consolar a otros. (2 Co. 1:4). Todos los que creyeran incluyendo la familia de Lázaro, alcanzarían la madurez suficiente para saber que, Dios tiene poder para hacer todas las cosas más allá de nuestro entendimiento (Sal. 65:5), el único requisito para agradar a Dios es la fe (He. 11:6). Pero ciertamente en ocasiones, Dios mira nuestras tristezas, desencanto, frustración, pena y demás, y nos dice, (Is. 41:10) no temas, yo te ayudo. (Sal. 37:24). En estos momentos El Espíritu nos asistirá para experimentarlo (14:26)


Hermanos, sin importar cuales sean las dificultades que enfrentamos, no olvidemos que tenemos un sumo sacerdote que se compadece enfáticamente de nuestras luchas y nos invita a encontrar ayuda en su presencia (He. 4:15-16), el pecado nos expone a un sin número de situaciones adversas y difíciles, pero, la oración es camino que nos guiara a dicho socorro (1 P. 5:7; Fil. 4:6-7). 


Amigo (Ez. 18:32) expresa que Dios no quiere que mueras y perezcas en tus pecados, sino que, alcances la salvación de tu alma. Esta es la razón por la cual, entrego a su hijo, su amor por ti, a pesar de tus debilidades (3:16, Ro. 5:8). No menosprecies más su amor, y corre a la presencia de Dios, para que sean liberado en la obra de la Cruz. Dios te bendiga


Acompáñanos a leer la Biblia en un año: Genesis 46-48

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