Jesús ora al Padre por protección sobre los creyentes
He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti; porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste. Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos. Y ya no estoy en el mundo; más estos están en el mundo, y yo voy a ti. (Jn. 17:6-11).
Jesús había invertido los últimos años formando a estos discípulos para que se volvieran realmente a Dios y comenzaran una relación verdadera con El, una de verdadera abundancia espiritual (2 Co. 3:6), para que lograran la vida que Dios desea para el hombre (10:10b). Aquí Jesús afirma haberles guiado en este propósito y que ahora, estos discípulos pertenecían a Dios (Sal. 100:3; Ef. 1:14). Cristo les había manifestado los atributos, la naturaleza y el amor del Padre a ellos de manera personal, Él había escogido a estos hombres en plena dependencia con Él Padre (Lc. 6:12-13), con el propósito de instruirles en las verdades de Dios. Ellos fueron atraídos a la gracia (6:37), y ahora, en Cristo, habían sido separados del reino de las tinieblas a la luz, cuando estaban atados a sus pecados (Ef. 2:1, 5).
Ellos fueron tomados del mundo “Sistema de creencias y valores, opuestos a Dios (1 Jn. 5:19)” e instruidos en la gracia, el nombre de Dios, siempre fue algo importante para los judíos, y ahora, Jesús llevaría esa solemnidad a una relación personal. El declara que los discípulos habían obedecido el llamado a la salvación, que Dios mismo había producido en ellos, hablando de la respuesta a la salvación (Fil. 2:12-13). Ellos habían aceptado que Cristo era el Mesías y el salvador del mundo (Mt. 16:16). Mientras los judíos acusaban a Cristo de actuar en el poder de satanás (Mt. 12:24), ellos creían que Dios obraba por medio de cristo. Ahora Jesús ora a favor de ellos, para que ese sentido de propiedad sea honrado por Dios guardándoles y glorificándose en sus vidas. Haciéndoles cumplir su voluntad de que le adoren (1 Co. 10:31).
Dentro de los calificativos que Dios le revelo a Pedro para que identificara a la iglesia, uno de los que señala en (1 P. 2:9) es que somos un pueblo adquirido por Dios, El en su amor nos creó y abrió el camino a una comunión con El, cuando elegimos el camino del pecado (3:16). A diferencia de las personas que piensan que por tener un pensamiento positivo para con Dios, ya eso les hace sus hijos, nosotros por la promesa de Dios y habiendo respondido con fe a su Palabra, hemos recibido la adopción divina de ser llamados sus hijos, los cuales son frutos de su voluntad (1:12-13), Pablo añade (Ro. 8:17), que siendo hijos también somos coherederos de todos los favores que Cristo conquisto en la cruz del calvario para que no haya ninguna condenación para quienes estamos en Cristo (Ro. 8:1).
La Biblia señala, que hemos sido comprados por precio, por ende, ahora debemos comprometernos con la dignidad del evangelio y la vida de santidad que Dios habilito en su hijo para que viviéramos (1 Co. 6:20). Ahora que formamos parte de la familia de Dios (Ef. 2:19). Debemos ser conscientes tanto de las responsabilidades como de los privilegios que se nos han adjudicado al creer. Nosotros sabemos por las escrituras que ahora Dios nos acompaña en todo momento y cuida de nosotros (Is. 41:10, Mt. 28:20). Así que, en cada situación que experimentemos en la vida, debemos recordar que, Dios está en control, en cada lucha, en cada caída, en la enfermedad, en la escasez, soledad, tristeza o alegría, Dios está ahí y no permitirá que nos sintamos desamparados. Nosotros por otro lado, hemos de afianzar nuestro comprometido con la obediencia, que evidencia nuestra iluminación en Cristo (1 P. 2:2-3).
Hermano, es una gran satisfacción saber que, nuestro Dios está en medio de nosotros en todo tiempo, también es un gran gozo saber que podemos contar siempre con su intervención, la cual se hace manifiesta mediante la obra de su Espíritu en nosotros (16:13), por tanto, es importante que mantengamos una relación fluida con El espíritu Santo, cuidándonos del pecado para no entristecerlo (Ef. 4:30), no solamente porque generamos dolor a Dios, sino también, porque en ese momento no percibimos la presencia permanente de aquel que ha prometido estar con nosotros siempre (Mt. 28:10). Amigo, Jesús ha hecho una clara distinción, entre los que le siguen obedeciendo su Palabra y los que persiguen sus propias ideologías, El intercede por aquellos que han puesto su fe en El (1 Jn. 2:1), por estas verdades, te animamos a poner tu mirada en Jesús y comenzar a experimentar los beneficios del cuidado personal de Dios sobre aquellos que invocan su nombre (Sal. 145:18). Dios te bendiga.
Acompáñanos a leer la Biblia en un año: Levítico 5-7
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