El poder de Cristo, a favor de los que creen
El oficial del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi hijo muera. Jesús le dijo: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue. Cuando ya él descendía, sus siervos salieron a recibirle, y le dieron nuevas, diciendo: Tu hijo vive. Entonces él, le preguntó a qué hora había comenzado a estar mejor. Y le dijeron: Ayer a las siete le dejó la fiebre. El padre entonces entendió que aquella era la hora en que Jesús le había dicho: Tu hijo vive; y creyó él con toda su casa. Esta segunda señal hizo Jesús, cuando fue de Judea a Galilea. (Jn. 4:49-54)
El Señor acababa de hacer una fuerte reprensión sobre la incredulidad de los galileos y las personas que estaban escuchándolo “Incluido este importante oficial de Capernaúm Vv. 49”, porque solo se interesaban en milagros externos y no se comprometían con el mensaje de las escrituras y la piedad. Estas palabras, en vez de entristecer al oficial, o apelar a sus propios méritos, lo hicieron rendirse en fe a Cristo, lo animan a implorar por misericordia por su hijo, porque entendió, que la clave no estaba en su prestigio ni en su dinero, sino en el favor de Dios. se llenó de fe, asi como aquel padre con su hijo afligido por un espíritu inmundo (Mr. 9:23-24).
La fe y la paz que este padre desarrollo en Dios la vemos en los Vv. 50, Aunque Jesús no fue con El, como solicito, se fue creyendo en el poder de sus palabras. Este padre descanso en Dios, luego al regresar a su ciudad, se encuentra con unos siervos que le hablan de la sanidad de su hijo, y el, “entendiendo que no había forma de que estuviera sano”, entiende que era obra del poder de Dios (Lc. 1:37). La hora del encuentro es importante, porque evidencia que el oficial se quedó a descansar en la ciudad en paz (Mt. 11:28). Así, a diferencia de los galileos, humildemente y agradecido por el milagro, entrega su vida a Cristo y lo aceptan junto a la familia por su testimonio. Haciendo efectivo el propósito que Dios tiene al manifestar su poder en la vida de los que creen, la salvación por la fe y confirmación en el poder de Dios.
Juan concluye diciendo, que este fue el segundo milagro hecho en Galilea. El primero fue en medio de una celebración (2:6-11), el segundo aquí, en medio de un gran dolor. Pudiéramos decir que le era necesario hacer este viaje para seguir mostrando su poder en los que creen (Jn. 11:40) Sus Milagros certificaban tanto su poder como su Palabra y propósito. Encaminar a las personas a una verdadera comunión con Dios (Ro. 15:8-9). Si como creyentes queremos ver el favor del Señor y sus bondades, lo primero que debemos cultivar en el corazón es la fe, en El Salvador. Él se deleita en obrar a favor de los que le buscan manifestándose (Sal. 145:18).
Además, llenarnos en fe es descansar en El, puesto que aquel que hace maravillas es poderoso para cumplir su promesa de una gloria eterna junto a Él (Jn. 14:1-3) es importante que, más allá de la aflicción, de la enfermedad o necesidad, creamos a la Palabra y su control soberano sobre nuestras vidas (He. 11:6, 11), disfrutaremos de real plenitud y verdadera satisfacción cuando descansamos en el todopoderoso, que obra más allá de las expectativas que desarrollemos (Ef. 3:20-21). Creer involucra esperar y confiar, y si algo debe caracterizar nuestras vidas, luego de la salvación, es saber que Dios tiene el poder y es digno de confianza.
Hermanos, Dios se manifiesta, Bien lo expreso Moisés, no hay ningún Dios que se manifieste en las peticiones de sus hijos (Dt. 4:7), como lo hace nuestro padre, aquel que, está comprometido con colmarnos de sus favores (1 Jn. 5:14-15), el único requisito, es que pidamos conforme a su voluntad y creamos en su gran poder, principalmente, porque cuando Dios nos extiende sus favores “como cada dia” sin oración, muchas veces el corazón se enorgullece y llega a pensar que fue su propia fuerza y no Dios quien obro en aquel favor.
Necesitamos creer, y una forma básica de alimentar nuestra fe, es por las escrituras (Ro. 10:17). Amigo, creer no implica ignorancia, Dios ha dejado su marca en la creación (Sal. 19:1) y en la vida misma (Job 33:4), el pecado ha oscurecido la capacidad de vivir por la fe, pero hoy, puedes recibir la capacidad de creer y ver a Dios obrar personalmente en ti (Ef. 2:1-5), si hoy te arrepientes de tus pecados de corazón, y clamas por salvación, no siguiendo las filosofías de este mundo, serás adoptado como su hijo y colmado con la dirección del Espíritu de Dios (Fil. 2:13), no permitas que este mundo te aparte de la verdad de Dios, ven a Cristo.
Dios te bendiga.
Acompáñanos a leer la Biblia en un año: Juan 19 – 21
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