dicho esto, añadió: Sígueme. Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar? Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de este? Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú. Este dicho se extendió entonces entre los hermanos, que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero. Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales, si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén… (Jn. 21:19b-25).
Luego de Cristo asegurarse de que Pedro entendiera su condición y la responsabilidad en su llamado, la llama aparte para una lección final, la invitación a seguirle como ya Cristo enseño, es una característica inherente en aquellos que le aman (10:27). El seguir a Cristo es un llamado a dejar todo atrás en obediencia a su voluntad. Tal cual, El mismo hizo al venir a dar su vida en rescate por nosotros en sumisión a la voluntad de Dios (6:38; Fil. 2:5-9). Mientras pedro camina con Cristo, observa a Juan, aquel que había decido no identificarse personalmente en su evangelio, refiriéndose siempre a el mismo en tercera persona. Pedro le ve seguirle y se pregunta que habría de pasar con Juan, Contextualmente pudiera ser que, Pedro consciente de su martirio, mas no de la fecha, se preguntara que pasaría con él, o por qué Juan les seguía y aquí se registra al menos la enseñanza final sobre el seguir a Cristo. Sin importar que pase con El, sígueme tu. Es como si dijera esta es tu parte Pedro, no te preocupes por lo que sucederá con los demás.
Jesús está tratando de central la atención de Pedro en la obra que se le ha encomendado, sin preocuparse con el llamado particular que el entregaría a los demás, claro que, ellos compartirían la responsabilidad de llevar el mensaje a toda creatura (Mt. 28:1820). Pero Pedro como cada uno de nosotros, más allá del llamado en conjunto de predicar el evangelio, y guardar el testimonio de la fe, ha de centrarse en su propio llamado y la forma en que lo desarrolla delante de Dios. La respuesta de Jesús llego a convertirse en un rumor, de que Juan no moriría, sin embargo, él es consciente de que, no se trata de si Juan vive o no, sino de que, Pedro fue convidado a seguir la voluntad de Dios, sin estar pendiente en si Juan lograría cumplir con sus propósitos. Finalmente, Juan que presencio estos eventos, termina su evangelio haciendo una declaración hiperbólica de que no habría lugar para registrar todo lo que Cristo hizo. Esto, además, nos muestra que, la Biblia contiene solo aquello que, El espíritu Santo entendió relevante (2 P. 1:20-21), para que los testigos ilustraran a otros, sobre el ministerio terrenal de Cristo, como hizo también Pablo (1 Co. 2:2).
Una vez que la gracia de Dios nos ha alcanzado, hemos sido introducidos a las filas de los planes del Señor (Ef. 2:10), cada uno señala Pablo aquí, ha recibido de Dios, la oportunidad de participar de su obra, en un plan soberano que fue diseñado antes de la existencia de las cosas creadas. El Espíritu Santo, nos agrega al menos un don en particular para que participemos de su obra (1 Co. 12:11). De esta obra, y de nuestro llamado, un día tendremos que dar cuenta a Dios, tanto por la disponibilidad que mostramos al hacer su voluntad, como por el compromiso y fidelidad que manifestamos al realizar la obra que se nos permitió (2 Co. 5:10). Por otro lado, cabe la pena resaltar que, Este privilegio, debe ser motivo de gozo, puesto que servimos a nuestro Señor y salvador, pero también, centrado en la obra y persona de Cristo para que la gratitud y su gloria sea lo único que perseguimos cuando le servimos (Col. 3:23-24), sin importar las circunstancias no debemos perder el norte o el objeto de nuestro servicio que es la exaltación de Dios (Is. 43:7).
Hermanos es importante que, tratemos de identificar si realmente tenemos una motivación correcta para servir al Señor. y de igual manera, analicemos si, estamos siguiendo a Dios, en la obra del hijo con la mirada fijada plenamente en El (He. 12:2). Es tiempo de pensar si solo servimos cuando nos sobra el tiempo, si solo amamos, cuando las cosas son como deseamos, si solo somos fieles, cuando es favorable para nosotros, si estamos siguiendo al Señor motivando a otros con el ejemplo hacer lo mismo, o siendo tropiezos obstaculizando la gloria de Dios. Pero lo pero que pudiera estar pasando en tu vida, es que, te hayas conformado con una vida religiosa que no participa de la obra de Dios ni sus planes, como enseño Jesús en la parábola de los talentos (Mt. 25:14-30), solo has ocultado aquello que Dios te ha dado, o estas menospreciando el llamado, si ese es tu caso, te animo a que, vayas al Señor en humildad reconociendo tu error, y comprometiéndote con volver a ser parte de las maravillas que Dios está haciendo en este mundo caído, siendo una tarea vital, el evangelismo, sirve con tu mirada centrada en Él. Amigo, el llamado de Jesús a seguirle, no es para que exclusivamente encuentres un propósito, sino, para que entiendas que, tú eres el propósito u objeto de su amor y que desea ofrecerte la redención que necesitas, hoy te invitamos una vez más a seguir a Cristo y reconocerle como tu Señor y salvador (Ro. 10:9-10). Dios te bendiga .
Acompáñanos a leer la Biblia en un año: Deuteronomio 16-18
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