No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre. Si yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. Otro es el que da testimonio acerca de mí, y sé que el testimonio que da de mí es verdadero. (Jn. 5:30-32)
Con esta aparente fraseología Jesús resalta la perfección en sus juicios, porque estaba completamente comprometido con hacer la voluntad de Dios (Jn. 6:38). Rectificando que hace lo que Dios determina, tal como ya les había enfatizado en el Vv. 19. Estos religiosos que habían abandonado la Palabra por sus tradiciones intentaron afirmar que el testimonio de Cristo sobre si, no era suficiente, aunque ya ellos habían recibido testimonio tanto divino (Mt. 3:16-17), como el de Juan el profeta (3:27-30), además de la obra de sanación a la que se estaban resistiendo porque fue hecha en un día que ellos habían vuelto ritualmente religiosos ignorando los propósitos de Dios.
En todo caso, Jesús evidencia que el problema no es su autoridad que ya ha sido dad y confirmada, sino, que ellos eran incrédulos a su testimonio y sus obras (Mt. 15:8). Esta es la razón por la que Cristo hace esta declaración, no porque no fuera suficiente que Él lo dijera, puesto que mas adelante usa esto como argumento (Jn. 8:14). El hecho es que, ellos veían a Dios respaldar sus declaraciones y testificar sobre sus obras y acciones, y cuando los lideres Judíos veían prosperar la obra de una persona sabían que Dios estaba lidiando en aquella persona (Jn. 3:2), sin embargo, se habían ensanchado en no aceptar a Cristo quien se oponía a su sistema religioso porque estaba comprometido con la Palabra de Dios.
En nuestros días, se requiere verdadera determinación, para llevar a cabo la voluntad de Dios, existen lugares donde la fe es perseguida, otros donde, la llamada libertad de expresión quiere erradicar toda declaración objetiva dada por Dios, sobre aquello que es bueno y correcto ignorando las consecuencias en sus acciones (Is. 5:20-21). Estos se resisten y atacan a cualquiera que vaya en contra de sus sistemas de valores, esto no es solo un problema con los no creyentes, es aun mas serio, por aquellos que, como los judíos, apelando a la libertad que hoy tienen de hacer las cosas que consideren, muchas iglesias están estableciendo sus propias normas y reglas y así, todos se están encaminando a la condenación por su obstinación, por su incredulidad (Jn. 15:22).
La iglesia que debe ser considerada iglesia es aquella que, permanece fiel e inalterable a los principios que Dios decidí enviar mediante su hijo y los apóstoles a quienes inspiro (2 P. 1:21; He. 1:1-2) con el fin de que tengamos conocimiento de El y una clara guía en nuestro caminar diario de manera que sea agradable delante de Dios (Sal. 119:105), sin embargo, quien está comprometido con hacer la voluntad de Dios, romperá con estas ataduras religiosas y seguirá aquello que Dios establece mostrando su deseo genuino de agradarle y hacer su voluntad (Jn. 8:47).
Hermanos, si no tenemos cuidado, pudiéramos estar abrazando ideas y pensamientos que, pudieran parecer de ayuda para reprimir los deseos de la carne, pero esas cosas se desasen con el uso, a menos que no esté fundamento en las escrituras (Col. 2:23). Pudiera ser además que, estemos dando por sentado cosas, porque la escuchamos en boca de alguien, pero no la hemos profundizado en las escrituras, que sea Dios librándonos de este error y dirigiéndonos siempre a buscarle (Col. 3:1).
Amigo, Jesús ha mostrado tanto su origen divino, como el gran amor que Dios tiene para ti (Jn. 3:16), un amor que no puedes experimentar completamente, hasta que, no te rindas a sus pies aceptando su testimonio y el poder en sus obras, para obtener la vida eterna (Jn. 7:38). No dejes que la religiosidad o falsa auto justificación te aleje de la salvación que Jesús exclusivamente facilita para nosotros. Dios te bendiga.
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